¿Qué tal familias?

Os traemos el boletín que resume nuestra actividad mensual.

El mes de abril ha sido breve, pero intenso, por los diferentes cambios en los horarios, rutinas, espacios, personas y el largo período de vacaciones. Por ello nos hemos centrado en priorizar el acompañamiento del nuevo grupo en la escuela y la cohesión del mismo.

Ahora comenzamos la mañana intercalando el ping pong, juego que ha resultado ser muy motivante y herramienta de cohesión en muchos aspectos, siempre buscando un deporte a partir del respeto; con el juego libre y, aprovechando que empieza el buen tiempo, hemos incluido también dinámicas de conocimiento, confianza y cohesión juntando a todos los grupos en el exterior antes de entrar a las sesiones dirigidas de retos. 

Nuestros retos de este mes:

  • Ciencias: compartieron entre ellos y ellas los circuitos de canicas, exponiendo los materiales empleados, las dificultades que han encontrado, cómo las resolvieron y el aprendizaje obtenido. 

Jugamos también ambos grupos a una escape room virtual de biología sobre las especies. Este tipo de propuestas desde la gamificación tienen muy buena acogida y son un éxito.

  • Inglés: hemos seguido con las sesiones preparando el cartel de los proyectos y con el grupo verde jugando a un juego usando el diccionario.
  • Historia: acabamos con la Edad Media, con presentaciones  de Neve; Darío, Leo y Hugo; y Melvin.

Nos adentramos de lleno en la Edad Moderna, haciendo un pequeño resumen introductorio mediante vídeo de esta nueva etapa de la Historia, a partir de ahí realizamos un visual thinking cada persona en su propio cuaderno para acabar con una serie de juegos por equipos de forma cooperativa.

  • Matemáticas: el grupo morado ha estado afianzando operaciones de cálculo con mucha motivación.

Realizamos una escape room virtual donde la participación y motivación, además de cooperación ha sido absoluta, además de haber sido una fuente de gran aprendizaje para todas y todos.

  • Comunicación: seguimos con las lecturas: Invisible en el grupo azul y El guardián entre el centeno en el verde. 

Pablo y Alma han preparado y explicado una sesión de morfosintaxis dirigida a su grupo.

El grupo morado sigue con el hábito de leer cuentos, inventar historias y hacer actividades de lectoescritura a través del juego. 

Con el grupo azul hemos leído un nuevo capítulo de «Invisible» y practicado ortografía. Con el grupo verde leímos otro capítulo de «El guardián entre el centeno».

  • Pista:  hemos tenido una segunda sesión de primeros auxilios y las primeras sesiones de hockey.
  • Filosofía: con el grupo verde trabajamos la toma de decisiones en grupo con un test que la NASA utiliza en la selección de astronautas. 

Los Proyectos

Enlazando con la última temática medieval de los retos de Historia, Neve nos presentó “El Castillo de Peralada”; Darío, Leo y Hugo nos hablaron sobre “La peste” y Melvin compartió datos interesantes sobre “La Edad Media en Japón”.

También hemos tenido todas las presentaciones de los circuitos de canicas que estuvieron ultimando días atrás. 

Jimena presentó su proyecto sobre «La historia de las momias», incluyendo interesantes imágenes y curiosidades sobre el embalsamamiento, entre otros.

Roque ha compartido su investigación sobre “Las moscas”, tipos, características y morfología.

Martín nos ha hablado sobre “Los tiburones”, los diferentes tipos, sus características y dónde se encuentran.

Said ha presentado el resultado de su trabajo de edición de un vídeo sobre la “Historia del tenis de mesa” que últimamente tanto practican y las reglas del juego.

Todas las presentaciones tuvieron un animado turno de preguntas por parte del resto del grupo.

De cara a mayo, han comenzado proyectos sobre la dependencia emocional, los dragones de Komodo, la edición de imágenes para la creación de una colección de cartas de fútbol y para el diseño de la equipación de fútbol para Mirones con los nombres de los participantes en el Proyecto SerYo, los caballos árabes, el karate, la grabación y edición de vídeos de humor, el patronaje y ejecución de un vestido con miriñaque. Seguimos también con proyectos a largo plazo como la preparación para las pruebas de acceso a Ciclos Formativos de Grado Medio y la práctica de test para obtener el permiso de circulación de ciclomotor.

Los talleres:

  • Teatro con Nuria. Disfrutamos con representaciones creadas por ellos y ellas mismas.
  • Cocina con Susana. Con ambos grupos se elaboraron las recetas de ensalada de arroz, además de un pastel muy rico para celebrar el cumpleaños de Neve.

Los viernes:

  • 21 de abril: tuvimos la sesión de bolos Miera y ha tenido bastante éxito. Estuvieron muy concentrados y concentradas en la explicación inicial y luego hubo una participación total del grupo.
  • 28 de abril: tuvimos ping pong, presentaciones, hora de proyectos y pista.

Para finalizar seguiremos indagando en los diferentes patrones de acompañamiento con Jordi Mateu.

En esta ocasión profundizaremos en el patrón de acompañamiento excluyente:

El acompañamiento excluyente En este tipo de acompañamiento lo importante para el adulto es que la tarea sea realizada con eficacia y eficiencia, es decir, de manera correcta y con el mínimo de tiempo y energía. Como el adulto percibe que el niño es todavía lento e incapaz, a menudo acaba haciéndole la actividad: le da de comer, le viste, habla por él, le limpia los mocos o le hace la tapa del álbum escolar. Podríamos decir que con frecuencia el niño queda casi excluido de la realización de la actividad. Los parques infantiles son espacios donde uno puede observar en poco tiempo todo tipo de patrones de acompañamiento. Una de las escenas que encuentro más cómicas es cuando se encuentran dos padres excluyentes con sus hijos pequeños. A menudo se dan conversaciones entre los adultos que ponen voces a sus hijos como si se tratara de ventrílocuos con sus muñecos: – Dile Hola, ¿Cómo te llamas? – Dile Juan, ¿Y tú? – Dile ¿Quieres jugar conmigo?… El adulto excluyente suele ser una persona con ansiedad e impaciencia. Vivimos tiempos en que todo ha de ser rápido y todo está estructurado. Hay un tiempo para levantarse e ir al colegio, un tiempo para comer y salir al patio, un tiempo para cumplir con el temario del libro de texto, y un tiempo para el ocio. Desde luego, siempre es un tiempo pensado desde la perspectiva adulta, pero los niños tienen unas cualidades a menudo diferentes de la de los mayores. Con cuatro hijos, a veces por la mañana lleva un cierto tiempo prepararnos para ir a la escuelita. Hay días en que todo fluye con facilidad, y otros en que alguno de los pequeños se levanta con alguna necesidad que uno no anticipaba. Un día, cuando ya estábamos a punto de salir, le pregunté al pequeño Inuc si quería que le ayudase a calzarse los zapatos que tenía en las manos. Inuc se quedó en silencio, paralizado. Yo, con prisas porque ya íbamos justos de tiempo, insistí en la pregunta, pero él continuaba inmóvil. Estaba a punto de volver a preguntarle, esta vez con mayor énfasis, cuando de repente percibí que el momento tenía una cualidad especial para Inuc. Percibí que estaba intentado decidir si prefería que le ayudase yo, o su madre a ponerse los zapatos. Decidir quién quería que le ayudase no era una elección tan simple como le puede parecer a un adulto. Para un niño que tiene tres hermanos, que ha vivido la llegada de un hermanito que le ha obstaculizado la disponibilidad de la madre, y que se ha vinculado también con el padre, decidir por quien desea ser ayudado implica hacer frente a sentimientos de pertenencia, vínculo y amor complejos. Al percibir esto, sentí que el momento tenía que ser respetado. Para el niño, al igual que los objetos, los momentos pueden estar cargados de una emocionalidad y subjetividad mayores que para el adulto. Desde luego, existen los compromisos y las responsabilidades, de manera que no estoy sugiriendo que siempre haya que respetar el ritmo de los pequeños, pero a menudo me sorprendo a mí mismo con prisas cuando en realidad la situación tampoco lo requiere tanto. En general, la atención de los niños es mucho más dispersa que la de los adultos, de manera que es fácil que en un entorno rico en estímulos, el pequeño desee mirar, tocar y pararse ante todo. Las ciudades, con todas sus tiendas con objetos de todo tipo, son lugares híper estimulantes, que invitan al organismo del niño a multitud de experiencias. En cambio, los pequeños no pueden hacer casi nada, pues casi todo está prohibido. Si uno va de excursión por la montaña, los niños cogen piedras, palos, o se suben a las rocas según sus deseos. En general, si no hay peligros inminentes, los pequeños siguen su instinto natural de tocar, probar y tener experiencias nuevas con el fin adaptativo de conocer el entorno y desarrollar sus habilidades. En la ciudad, en cambio, todo son negaciones, ya sea porque contiene muchos más peligros que el niño no puede anticipar, como los vehículos, ya sea porque todo pertenece a alguien o tiene que estar en su sitio. Los pequeños están híper estimulados por todas partes, pero no pueden interactuar casi con nada. No digo que haya que dejar a los niños que toquen los objetos del súper mercado, o permitirles subir en las barandillas, tan sólo estoy poniendo la atención en el hecho de lo complejo que debe ser reprimir todos estos deseos del organismo. Pues sólo desde esa empatía el adulto puede ser sensible a la singularidad de los niños, y puede, si es adecuado, permitirle al pequeño sus tiempos y sus procesos. En realidad, quizás el elemento más definitorio de la educación viva es la intención de cuidar las relaciones, y las relaciones se cuidan cuando se dan las condiciones necesarias de disponibilidad, tiempo, y un ambiente relajado. El aprendizaje es la consecuencia de cuidar la calidad de las relaciones entre las personas, con los objetos, y con uno mismo. A menudo el adulto excluye también al niño de la experiencia por un exceso de rigidez y perfeccionismo. A algunas personas les cuesta convivir con el hecho de que los demás sean poco hábiles, motivados, o atentos, así que acaban haciendo las cosas ellas mismas. Si hemos padecido una situación así, sabemos lo doloroso que puede llegar a ser que nos hayan excluido de esa posibilidad. No solamente molesta el hecho de que no nos han dejado vivir esa experiencia, sino sobre todo la sensación de que no se le considere a uno suficientemente válido. Los niños entre dos y tres años, y los adolescentes, son dos grupos humanos en cierto sentido parecidos. Los dos están en un proceso de cambio de etapa importante, en que dejan atrás una etapa de mayor dependencia, para acceder a un momento de mayor consciencia de su autonomía. Son etapas en que la persona necesita expresar su auto afirmación y ser reconocida como ser autónomo. La vivencia de ser excluido de la realización de las tareas puede generar mucha frustración y un debilitamiento de la confianza en uno mismo. A menudo los niños que padecen un acompañamiento excluyente se muestran debilitados y pasivos en su actividad autónoma. Esperan que el adulto les resuelva sus tareas y dificultades, les quiten los abrigos, les den de comer, les suban a los columpios. En nuestra escuela una de las ideas de referencia es que los niños hagan las cosas por sí mismos. Si piden ayuda, les pedimos que describan con concreción en qué desean ser ayudados. Y aunque no nos cerramos por completo a la posibilidad de complacer su deseo si eso fuera lo adecuado para ese niño en ese instante, en general buscamos una alternativa para que el pequeño participe activamente en su tarea. Igualmente, intentamos respetar tanto como sea posible la actividad autónoma del niño, sin ofrecer modelos o sugerencias a menos que exista alguna situación de peligro inminente o sea adecuado compartir una técnica. Si en algún momento queremos mostrar, por ejemplo, cómo cortar una madera con la caladora, tomamos una madera propia y mostramos la manera como colocamos la máquina para que la cuchilla esté recta y evitar peligros. Por último, a veces los adultos excluimos también a los niños porque uno mismo desea realizar la actividad en que participa el niño, de manera que deja de estar en el rol de cuidador para pasar a ser un participante activo que busca satisfacer alguna necesidad propia. A mí me ocurre esto cuando voy a la playa con mis hijos y nos ponemos a construir castillos en la arena. De repente, me molesta que pongan almenas o torreones donde no tienen que estar. Al final, suelo acabar jugando yo solo. En fin, todavía no he descubierto qué debe haber en mi psique detrás de esa necesidad de construir elementos efímeros. Desde luego, hay muchos momentos en que el adulto puede dedicarse a una actividad propia en presencia de niños, como tocar la guitarra, pintar o escribir. Los niños que conviven con adultos que se dedican a actividades propias están rodeados de un ambiente que favorece el desarrollo de la actividad autónoma. Al contrario, los niños que son excesivamente mirados, suelen sentir una centralidad y un peso que les impide conectarse con sus deseos. Cuando uno siente constantemente la mirada del otro, nota que se espera algo de él, y esto genera una tensión constante. En resumen, el acompañamiento excluyente suele provocar en los niños frustración y desconfianza en uno mismo, así como una actitud pasiva y dependiente. 

VALORES Y CREENCIAS DEL ADULTONECESIDADES DEL ADULTOPOSIBLES CONSECUENCIAS SOBRE LA PERSONALIDAD DEL NIÑO
Los niños son lentos, ineficaces o incapaces Lo importante es el resultado El aprendizaje se da por observación e imitación Educar es mostrar el resultado Frase resumen: Ya lo hago yoNecesito que se haga con eficacia y eficiencia Necesito hacerlo yo No puedo dedicar tanto tiempo a estoPasividad y dependenciaDesconfianza en sí mismo Frustración o inseguridad
ABRIL 2023

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